miércoles, 4 de mayo de 2011

Salamanca, te echo de menos...


12 octubre 1936,

en esta fecha, día de la Fiesta de la Raza, se celebró una gran ceremonia en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. Estaba presente el obispo de Salamanca, se encontraba allí el gobernador civil. Asistía la señora de Franco. Y también el general Millán Astray. En la presidencia estaba Unamuno, rector de la Universidad. Después de las formalidades iniciales, Millán Astray atacó violentamente a Cataluña y a las provincias vascas, describiéndolas como “cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos”. Desde el fondo del paraninfo, una voz gritó el lema de Millán Astray: “Viva la muerte”. Millán Astray dio a continuación los habituales gritos excitadores del pueblo: “¡España!”, gritó. Automáticamente, cierto número de personas contestaron: “Una “. “¡España!”, volvió a gritar Millán Astray. “¡Grande!”, replicó su auditorio, todavía algo remiso. Y al grito final de “¡España!” de Millán Astray, contestaron sus seguidores “¡Libre!”. Algunos falangistas, con sus camisas azules, saludaron con el saludo fascista al inevitable retrato sepia de Franco que colgaba de la pared sobre la silla presidencial. Todos los ojos estaban fijos en Unamuno, que se levantó lentamente y dijo: “Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso – por llamarlo de algún modo – del general Millán Astray que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo – y aquí Unamuno señaló al tembloroso prelado que se encontraba a su lado – lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona”. Se detuvo. En la sala se había extendido un temeroso silencio. Jamás se había pronunciado discurso similar en la España nacionalista. ¿Qué iría a decir a continuación el rector? “Pero ahora – continuó Unanumo – acabo de oír el necrófilo e insensato grito, “Viva la muerte”. Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo como se multiplican los mutilados a su alrededor.” En este momento, Millán Astray no se pudo detener por más tiempo, y gritó: “¡Abajo la inteligencia!” ¡Viva la muerte!”, clamoreado por los falangistas. Pero Unamuno continuó: “Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.” Siguió una larga pausa. Luego con un valiente gesto, el catedrático de derecho canónico salió a un lado de Unamuno y la señora de Franco al otro. Pero esta fue la última clase de Unamuno. En adelante, el rector permaneció arrestado en su domicilio. Sin duda hubiera sido encarcelado, si los nacionalistas no hubieran temido las consecuencias de tal hecho. Unamuno moría con el corazón roto de pena el último día de 1936.

martes, 10 de agosto de 2010

dicen que no se puede hablar de amor


dicen que no se puede hablar de amor, sino sólo vivirlo. es cierto. yo también lo creo así. si conozco el amor es únicamente porque tú me lo has hecho vivir y respirar. lo he aprendido contigo. aunque después he entendido que, en realidad, no se aprende nada. se vive y basta, juntos, cercanos y cómplices. el amor eres tú. el amor soy yo cuando estoy contigo.

cualquier noche, incluso la más sencilla, resulta especial contigo. no hace falta nada. poco importa dónde estemos, a mí me parece siempre una fiesta. e incluso cuando reñimos, en contadas ocasiones, a decir verdad, en el fondo me diviertes. porque dura poco y después hacemos las paces.

temgo mil recuerdos espléndidos de ti. a medida que pasa el tiempo me enamoro más y más de ti. más de lo que creía posible. te quiero cuando sonríes. te quiero cuando te conmueves. te quiero mientras comes. te quiero bajo la ducha. te quiero en la playa. te quiero por la noche. te quiero al atardecer. te quiero al mediodía......

miércoles, 26 de mayo de 2010

Tú y yo


Tú y yo al otro lado del mar,

tú y yo soñando sin parar,

tú y yo como dos niños pequeños,

tú y yo jugando al amar.


Tú y yo dos cuerpos que se encuentran,

sin aliento y con ansiedad,

y no nos separaremos

hasta que el corazón detenga su andar.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Madrid





Este fin de semana mi vida ha crecido. Ha sido demasiado bueno y muy intenso y eso hace que, aunque lo que me espera en las próximas semanas es muy duro, me parezca que todo merece la pena.






Para empezar, he vuelto con "mis abuelos", no biológicos, sino un grupo muy simpático de ancianos con graves problemas de memoria (entre ellos varios con demencia tipo Alzheimer) a los que damos clase y evaluamos habitualmente para hacerles un buen seguimiento en un programa de reminiscencia (les ayudamos a que no pierdan recuerdos de su infancia, su primer amor...) y estimulación cognitiva (para que sus funciones superiores se conserven durante más tiempo).






Pero fue más enriquecedor (teniendo en cuenta que los abuelos es una de las mejores cosas que me han pasado en mis años de carrera) el viaje a Madrid. Mi chico estuvo allí toda la semana pasada en una feria de universitarias informando a los jovenzuelos (sobre todo jovenzuelas, XD ), así que me invito a pasar juntos el fin de semana. Mis primos llevan viviendo allí unos cuantos años y no les había visitado así que aproveché para llamarles y pasar un rato juntos ya que a veces, no podemos pasar todo el tiempo que queremos con personas muy importantes para nosotros.






Había esperado mucho ese momento, presentar a mi primo la persona más importante que hay en mi vida. Ambos son muy diferentes (por lo menos en la superficie), y yo deseaba que el momento llegara. No pudo ir mejor, fue una noche perfecta, allí estábamos 3 primos y nuevas personas que ahora comparten nuestra vida, todas importantes para nosotros, todas formando parte de un todo. En ese momento me sentí muy a gusto conmigo misma, mi novio cómodo entre mi gente, y yo dejaba de ser la niña de la familia.






Hay momentos que suponen un punto de inflexión, a veces positivos y otros no tanto. En esta ocasión, no podía haber salido mejor.

martes, 12 de enero de 2010

Vuelta de página


Otra vez en Salamanca, otra vez de exámenes y sin embargo, me siento la persona más feliz del mundo. Después de pasar las Navidades en casa de mis padres, rodeada de familia, amigos y conocidos; haciendo todo a medias (medio estudiaba, medio salía); te das cuenta de que la vida es un proceso, un camino que recorres tú solo, hay personas muy importantes que te acompañan durante más o menos tiempo, pero es dinámica, no para. Y la gente va pasando, algunas personas permanecen, otras están físicamente pero no las sientes cercanas. ¿Qué pasa? ¿tenemos que lamentarnos? Yo creo que no. Las personas evolucionan (o por lo menos la mayoría) y nuestra personalidad, nuestra cognición, cambia. No es bueno atar a las personas. Hay que atreverse a pasar página.


Nunca sabes cuándo te vas a encontrar a personas especiales, que van a dejar una huella profunda en tu vida. Esas aparecen cuando menos te lo esperas. Y poco a poco, tus decisiones se van haciendo más importantes (también más difíciles). ¿Qué hacer con nuestros estudios, con nuestro trabajo, nuestro futuro? Pero en realidad es , ¿qué es lo que creemos nos va a hacer felices? La vida de las personas se caracteriza por la búsqueda constante de la felicidad. Pero también por la evitación del sufrimiento (aunque en pequeñas dosis nos guste).


Esto no tendría nada de malo.... Pero es que no nos damos cuenta de cuándo somos felices. Nos amargamos intentando encontrar la felicidad como estado vitalicio y no somos conscientes de que tenemos periodos de felicidad, y los dejamos escapar como un suspiro. Esos momentos, hay que disfrutarlos, no intentarlos "encerrar" y tratar que nada cambie en nuestra vida, sino disfrutarlos, como el helado de las terrazas de verano. Pues queramos o no, el flujo de la vida continúa sin nuestro permiso, y las circunstancias cambiarán. Quién sabe, quizás para mejor.


Eso fue mi error. Intentar mantener un estado más o menos favorable durante mucho tiempo. Una situación tranquila en un determinado ámbito de mi vida (el de mis amigos) pensando que quizás nuestros cambios personales no influirían en nuestra relación. Pero ya lo habían hecho varios años atras. Y no me daba cuenta de que estaba viviendo uno de los momentos más felices de mi vida. Ahora soy consciente de que vamos arrastrando todas nuestras vivencias, que las mías (buenas o no tan buenas) me han servido para crecer como persona, conocer a gente estupenda y vivir con Juancar cosas que jamás había imaginado.


Ahora, pienso en el futuro, sigo haciendo planes (muchos de ellos con decisiones que marcarán muchas cosas), pero siempre pensando en el presente y disfrutándolo. Ya se dijo alguna vez :


"El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente"


Que a mí no se me escape...

domingo, 25 de octubre de 2009

Los recuerdos


¿Sabeis esa sensación que se tiene cuando llevas mucho tiempo durmiendo y te sientes lenta, cansada, poco ágil...? Pues así me siento yo después de llevar 6 días en casa alternando la cama con el sofá, con períodos de fiebre y otros de tiritona. Sin embargo, ayer desperté de golpe. Con una sensación poco agradable. Mi padre y mis tíos habían conseguido su objetivo; vender la casa de mis abuelos.

Es algo contra lo que he intentado luchar desde que mi abuelo murió. Pero no había solución. Tengo que aclarar que la casa de mis abuelos no es una casa cualquiera. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos años tiene (pues nadie se ha molestado nunca en mirar las escrituras), tiene 100 m cuadrados distribuidos en 2 plantas, si bien el desván no se puede habitar y se usa de trastero. Existe también un patio o corral inmenso con unas cuantas construcciones que servían de almacenes para los aperos del campo o bien como vivienda de los animales (cerdos, chotos, gallinas, conejos…).

Además de una bodega, un portalón, la caseta del pozo… en fin, la típica casa de Tierra de Campos de Castilla.

Pero esas cosas no son las importantes, lo importante es que es la casa en la que se criaron mis tíos y mi padre, llena de recuerdos por todas partes y olores familiares que me traen imágenes de mi abuelo conmigo sentados en el banco del patio. No puedo pensar que esa casa no va a volver a ser parte de mí. No quiero ser hipócrita, yo nunca me he sentido como en casa allí, mis abuelos no eran la clase de persona que te dan esa confianza, y siempre había un respeto flotando en el ambiente y un “abuelo, ¿puedo salir al patio con los gatos?”, pero también es verdad que esa pregunta iba siempre acompañada de una sonrisa, una mano arrugada y cálida que me cogía y una gran historia en el corralón. Siempre me he sentido querida por parte de mis abuelos y por lo tanto en esa casa. Y ahora, todo eso, se quedará en mis recuerdos porque ya no podré volver a abrir el cerrojo de la puerta de la cocina, ni entrar con miedo por si me comían las arañas en el cobertizo, ni imaginarme que era una aventurera subiendo a las conejeras, ni coger higos ni manzanas de los árboles…. Ni sentarme con mi abuelo en el banco de la entrada y escuchar sus historias.

sábado, 15 de agosto de 2009

En mis brazos


Hoy he vuelto de lo que probablemente sean 2 de los días de este verano en los que más he disfrutado y más cansada he acabado. Vengo feliz, inmensamente feliz de haber pasado en madrid 48 horas increíbles al lado de la persona más maravillosa que conozco. Mil cosas podría contar de estos días, mil anécdotas para recordar y mil sitios que quedarán grabados en mi memoria por haberlos compartido contigo. Pero sólo quiero plasmar una cosa en esta entrada, algo que puede ser considerado como la cosa más simple del mundo, pero que a mí me hace temblar cada vez que lo recuerdo, algo que, cada noche que paso contigo, me gusta que suceda.


Seguro que te acuerdas de nuestra siesta en el Retiro. Estábamos tumbados en forma de T, yo apoyada en tu abdomen. Te empecé a acariciar la cabeza, enredando mis dedos en tu pelo. Es una de las mejores sensaciones que conozco y solo quiero no perderla jamás. Poco a poco tu respiración se hizo más lenta y empezaron tus habituales movimientos rítmicos con tu boca, imperceptibles quizás para otras personas, pero inconfundibles para mí; te habías quedado dormido.


No hay palabras para describir ese momento. Para mí, la única que la define es Felicidad. Y te contemplo allí, totalmente relajado, en mis brazos; y me vienen a la cabeza momentos similares en la cama, coche, manta... en los que te entregas a los brazos de Morfeo, pero en los míos. Y te prometo que si en ese momento me dijeran que se acababa el mundo, a mí, sinceramente, no me importaría lo más mínimo. Te tengo conmigo; en mis brazos.