sábado, 15 de agosto de 2009

En mis brazos


Hoy he vuelto de lo que probablemente sean 2 de los días de este verano en los que más he disfrutado y más cansada he acabado. Vengo feliz, inmensamente feliz de haber pasado en madrid 48 horas increíbles al lado de la persona más maravillosa que conozco. Mil cosas podría contar de estos días, mil anécdotas para recordar y mil sitios que quedarán grabados en mi memoria por haberlos compartido contigo. Pero sólo quiero plasmar una cosa en esta entrada, algo que puede ser considerado como la cosa más simple del mundo, pero que a mí me hace temblar cada vez que lo recuerdo, algo que, cada noche que paso contigo, me gusta que suceda.


Seguro que te acuerdas de nuestra siesta en el Retiro. Estábamos tumbados en forma de T, yo apoyada en tu abdomen. Te empecé a acariciar la cabeza, enredando mis dedos en tu pelo. Es una de las mejores sensaciones que conozco y solo quiero no perderla jamás. Poco a poco tu respiración se hizo más lenta y empezaron tus habituales movimientos rítmicos con tu boca, imperceptibles quizás para otras personas, pero inconfundibles para mí; te habías quedado dormido.


No hay palabras para describir ese momento. Para mí, la única que la define es Felicidad. Y te contemplo allí, totalmente relajado, en mis brazos; y me vienen a la cabeza momentos similares en la cama, coche, manta... en los que te entregas a los brazos de Morfeo, pero en los míos. Y te prometo que si en ese momento me dijeran que se acababa el mundo, a mí, sinceramente, no me importaría lo más mínimo. Te tengo conmigo; en mis brazos.

No hay comentarios: