miércoles, 3 de marzo de 2010

Madrid





Este fin de semana mi vida ha crecido. Ha sido demasiado bueno y muy intenso y eso hace que, aunque lo que me espera en las próximas semanas es muy duro, me parezca que todo merece la pena.






Para empezar, he vuelto con "mis abuelos", no biológicos, sino un grupo muy simpático de ancianos con graves problemas de memoria (entre ellos varios con demencia tipo Alzheimer) a los que damos clase y evaluamos habitualmente para hacerles un buen seguimiento en un programa de reminiscencia (les ayudamos a que no pierdan recuerdos de su infancia, su primer amor...) y estimulación cognitiva (para que sus funciones superiores se conserven durante más tiempo).






Pero fue más enriquecedor (teniendo en cuenta que los abuelos es una de las mejores cosas que me han pasado en mis años de carrera) el viaje a Madrid. Mi chico estuvo allí toda la semana pasada en una feria de universitarias informando a los jovenzuelos (sobre todo jovenzuelas, XD ), así que me invito a pasar juntos el fin de semana. Mis primos llevan viviendo allí unos cuantos años y no les había visitado así que aproveché para llamarles y pasar un rato juntos ya que a veces, no podemos pasar todo el tiempo que queremos con personas muy importantes para nosotros.






Había esperado mucho ese momento, presentar a mi primo la persona más importante que hay en mi vida. Ambos son muy diferentes (por lo menos en la superficie), y yo deseaba que el momento llegara. No pudo ir mejor, fue una noche perfecta, allí estábamos 3 primos y nuevas personas que ahora comparten nuestra vida, todas importantes para nosotros, todas formando parte de un todo. En ese momento me sentí muy a gusto conmigo misma, mi novio cómodo entre mi gente, y yo dejaba de ser la niña de la familia.






Hay momentos que suponen un punto de inflexión, a veces positivos y otros no tanto. En esta ocasión, no podía haber salido mejor.